martes, 10 de noviembre de 2015

Hoy os hablo a vosotros. Sí, a vosotros. Los que hacéis del deporte una mafia y del asesinato una tradición, y supuesta cultura. Los que convertís en tabú algo tan natural como el sexo y, en cambio, la violencia, explícita o no, en nuestro pan de cada día. Los que imponéis canones en algo tan libre como el amor pero os asusta regular otras cosas, por si acaso perdéis vuestros privilegios. Los que educáis en el odio y sus diferentes vertientes, exponiendo el racismo, machismo, homofobia y toda una larga lista de etcéteras como una supuesta opinión, amparándoos en ese argumento falaz de que debe ser respetada (porque vosotros lo hacéis con las de los demás, claro, que la propia defensa de esas ideas no censura la vida de otras personas, ah) pero tenéis miedo de instruir a vuestros hijos en el arte de amar. Los que lográis seguir detentando el poder mediante el miedo pero teméis más que nadie.
Os hablo a vosotros. Sí, a vosotros.
No quiero un mundo en el que primen vuestras absurdas imposiciones. Ya sé que la Humanidad no os soporta, pero quizás se deba, de hecho, a que os empeñáis en despreciar su humanidad.