miércoles, 25 de febrero de 2015

Arrancarte la vida a pedazos porque hay almas que no se destrozan solas.

Creo que, en algún momento, comencé a oír el tic tac de los relojes de arena. Puede que tratase de aferrar al tiempo de la manga, sí, lo asumo, cargaré con las consecuencias. Pero en mi defensa he de añadir que ya era demasiado tarde. Había preparado las maletas, empaquetado recuerdos y retazos de mi alma y gritaba que quería irse, huír de mí y de todo lo que represento. Que me temía porque le amaba demasiado, pero que, en mi locura, solo apreciaba su ausencia.
Y pese a todo, yo recordaba cada uno de sus sermones y advertencias. Tienes que aprender a valorar a los otros humanos, insistía incansablemente, dependes demasiado de mí. Yo no soy así, le contestaban mis labios, las lágrimas recorriendo las mejillas, jamás necesito nada del resto. Solo de ti.
Pero ya no quedaba tiempo para el tiempo y para mí. Tan solo un café frío sobre la mesa y los agridulces recuerdos de cuando me daba más de lo que podía pedir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario